Reconciliación(ver Perdón)
Redención (ver Liberación)
Etimológicamente significa rescate, compra o adquisición de algo que se poseía y se perdió. En la Biblia está estrechamente ligado a los conceptos de liberación y salvación. En el AT las liberaciones y por tanto, redenciones-tipo son la de la opresión egipcia [Éx6,6-7]; [Éx14,13]; [Is63,8-9]; [Jer31,32] y la del destierro babilónico [Is43,1]; [Is43,14]; [Is45,17]; [Is46,13]; [Is55,3]; [Is62,12]. En el contexto de esta última liberación, el Señor recibe el título de "redentor de Israel" [Is41,14]; [Is43,3]; [Is44,6]; [Is44,24]; [Is45,15]; [Is48,17]; [Is49,26]. Redenciones y liberaciones históricas que son anuncio y prenda de una redención superior: la de la esclavitud del pecado [Is38,17]; [Ez36,23-26]; [Sal130,7-8]. Y ésta es precisamente, según el NT, la redención operada por Cristo [Mt1,21]; [Mt20,28]; [Lc1,68]; [Lc1,77]; [Lc2,38]; [He20,28]; [Rom3,24-26]; [Rom6,17-18]; [1Cor6,19-20]; [1Pe1,18-19], a quien la tradición cristiana distingue con el título singular de el Redentor. Por otra parte, su obra redentora se extiende a la entera creación [Rom8,19-22]; [Ef1,10]; [Col1,20].
Etimológicamente significa rescate, compra o adquisición de algo que se poseía y se perdió. En la Biblia está estrechamente ligado a los conceptos de liberación y salvación. En el AT las liberaciones y por tanto, redenciones-tipo son la de la opresión egipcia [Éx6,6-7]; [Éx14,13]; [Is63,8-9]; [Jer31,32] y la del destierro babilónico [Is43,1]; [Is43,14]; [Is45,17]; [Is46,13]; [Is55,3]; [Is62,12]. En el contexto de esta última liberación, el Señor recibe el título de "redentor de Israel" [Is41,14]; [Is43,3]; [Is44,6]; [Is44,24]; [Is45,15]; [Is48,17]; [Is49,26]. Redenciones y liberaciones históricas que son anuncio y prenda de una redención superior: la de la esclavitud del pecado [Is38,17]; [Ez36,23-26]; [Sal130,7-8]. Y ésta es precisamente, según el NT, la redención operada por Cristo [Mt1,21]; [Mt20,28]; [Lc1,68]; [Lc1,77]; [Lc2,38]; [He20,28]; [Rom3,24-26]; [Rom6,17-18]; [1Cor6,19-20]; [1Pe1,18-19], a quien la tradición cristiana distingue con el título singular de el Redentor. Por otra parte, su obra redentora se extiende a la entera creación [Rom8,19-22]; [Ef1,10]; [Col1,20].
Reino. Reino de Dios
El tema del reino de Dios es central en la Biblia y reviste una gran complejidad. Yavé, el Dios de Israel, es rey, y su reino abarca el universo entero [Éx15,18]; [Jer10,7]; [Jer10,10]; [Sal11,4]; [Sal47,3]; [Sal93,1]; [Sal95,3]; [Sal96,10]; [Sal97,1]; [Sal97,9]; [Sal99,1], pero se manifiesta especialmente en Israel, su pueblo [Éx19,6]; [Jue8,23] "ver [1Sam8,7]; [1Sam12,12]" [Is33,22]; [Jer8,19]; [Sal48,3]. A partir de David [2Sam7,12-16], el reino de Dios tiene como soporte temporal un reino humano [1Crón28,5]; [2Crón13,8]; [Sal2,6]. Pero como la experiencia monárquica israelita terminó en fracaso [2Re17,7-23]; [2Re24,1-4], el tema del reino de Dios, aun perdurando, adquiere poco a poco en la Biblia una dimensión escatológica y trascendente [Is24,23]; [Is52,7]; [Sof3,15]; [Zac14,9]; [Sal96,1] - [Sal99,1]; [Sal145,11-13]; [Sap3,8]; [Dan2,44]; [Dan7,14]; [Dan7,27]. Este reino de Dios escatológico y transcendente es precisamente el concepto clave en la predicación de Juan el Bautista [Mt3,2], de Jesús [Mt4,23]; [Mt9,35]; [Mt13,24]; [Mt13,38]; [Mt13,44-47]; [Mt20,1]; [Mt22,2]; [Mt24,14]; [Mc1,15] y de los apóstoles después de pentecostés [He14,22]; [He19,8]; [He20,25]; [He28,23]; [He28,31]; [Rom14,17]; [1Cor4,20]; [Col4,11]; [1Tes2,12]; [2Tes1,5]. Un reino que se hace básicamente presente en la persona de Cristo [Mt12,28]; [Lc17,21], que conoce una prolongación en el tiempo teniendo a la Iglesia como fundamental mediación humana querida por Dios [Mc4,26]; [Mt13,31-33]; [Mt16,18-19], que exige unas disposiciones muy singulares para pertenecer a él [Mt5,3-10]; [Mt6,25-33]; [Mt7,21]; [Mt13,44]; [Mt18,1-4]; [Mt19,14]; [Mt25,34]; [Jn3,3-5] y que tiene una dimensión trascendente [Jn18,36] a consumarse, por tanto, en el más allá [Mt6,10]; [Mt25,34]; [Lc13,28]; [Lc14,15]; [Lc21,33]; [Lc22,16-18]; [1Cor6,9-10]; [1Cor15,50]; [Gál5,21]; [Ef5,5].
Resto de Israel
Con esta expresión se designa, en un primer momento, la parte del pueblo israelita que sobrevive a una concreta calamidad. Es el llamado "resto histórico" [Is10,22]; [Is37,4]; [Jer6,9]; [Ez9,8]; [Ez11,13]; [Am5,15]; [Ag1,12]; [Ag2,2]; [Zac8,11-12]. Pero poco a poco se convierte en expresión técnica para referirse a la comunidad de los últimos tiempos que, a través de un proceso de purificación, será el pueblo beneficiario de las promesas salvíficas: es el "resto escatológico" [Is4,3]; [Is28,5]; [Jer23,3]; [Jer31,7]; [Miq5,6-7]; [Sof3,12-13], el resto santo o fiel que se concentra en el mesías-siervo de Yavé-Jesucristo y se expande en la Iglesia del NT [Is49,3-6]; [Rom11,1-7].
Resurrección
Victoria del hombre sobre la muerte, recuperando la vida para siempre también en su dimensión corporal. Es obra exclusiva de Dios, afirmada ya en el AT [Dan12,2-3]; [2Mac7,9-14]. La creencia en la resurrección, compartida por los ambientes más religiosos del tiempo de Jesús [Jn11,24]; ver [Mc12,18], [He23,6-8], recibe el espaldarazo definitivo con la resurrección del propio Jesucristo [Mt28,6]; [Mc16,6]; [Lc24,6]; [Jn20,8-9]; [He2,24]; [He3,15]; [He4,10]...; [Rom6,4]; [1Cor15,4]; [1Cor15,20]; [1Pe1,21]. Jesucristo se proclama a sí mismo como "la resurrección y la vida" [Jn11,25], afirma contundentemente la resurrección de todos los hombres [Mc12,25-27]; [Jn5,28-29]; [Jn6,39-40]; [Jn6,54], realiza resurrecciones provisionales como signo de la resurrección definitiva [Mt9,23-25]; [Lc7,12-15]; [Jn11,38-44] y es presentado por los autores del NT como fundamento, primicia y modelo de la resurrección de los cristianos [Rom6,5-8]; [Rom8,11]; [1Cor6,14]; [1Cor15,12]; [2Cor4,14]; [Ef2,5-6]; [Flp3,10-11]; [Col1,18], [1Tes4,14-16].
Retribución
La idea de retribución es fundamental en la Biblia, pues va unida a la de un Dios absolutamente justo ver [Éx34,6-7]. En los primeros estadios de la revelación bíblica reviste un carácter terreno y fundamentalmente Colectivo [Lev26,1]; [Dt28,1]; [Is22,1]. Con Ezequiel toma consistencia el hecho de la retribución individual [Ez18,1]; y con los libros de Daniel, Macabeos y Sabiduría se abre paso la idea de una retribución ultraterrena [Dan12,2]; [2Mac7,1]; [Sap3,1]. El NT confirma plenamente tanto la responsabilidad personal y la consiguiente retribución individual como la dimensión ultraterrena de dicha retribución [Mt6,19-20]; [Mt7,21-23]; [Mt12,36-37]; [Mt13,47-50]; [Mt18,8-9]; [Mt19,28-30]; [Mt25,1]; [Lc12,35-40], [Lc16,19-31]; [Jn6,53-58]; [2Cor5,10];
[2Tim4,7-8].
Revelación
En sentido objetivo, es el conjunto de noticias sobre el misterio de Dios contenidas en los libros de la Biblia. En sentido subjetivo, es el hecho mismo de la comunicación que Dios hace de sí mismo al hombre, bien a través de las obras de la creación [Gén1,1]; [Sal19,2-7]; [Sal104,2-22]; [Pro8,22-31]; [Si42,15-43]; [Si42,33]; [Sap13,1-9]; [Rom1,19-21], bien a través de sus intervenciones histórico-salvíficas [Gén12,1-3]; [Gén13,15-17]...; [Éx3,1-15]; [Éx6,4-8]; [Éx12,1] - [Éx17,1]; [Éx20,2-17]; [Éx34,1]; [Dt5,6-22], bien a través de sus mensajeros los profetas [1Sam3,10-21]; [Is6,8]; [Jer1,2]; [Dan1,19]; [Os1,1]; [Jl1,1]. Pero el gran revelador del misterio de Dios y de su reino es Jesucristo, el Hijo de Dios [Mt11,27]; [Mt13,10-17]; [Mt13,35]; [Mc4,11]; [Jn1,14]; [Jn1,18]; [Jn3,11]; [Jn8,12]; [Jn14,7-11]; [Jn17,1-8]. Nos revela, sobre todo, a Dios como padre amoroso [Mt6,9]; [Mt6,15-32]; [Lc11,2]; [Lc12,32-34]; [Lc15,11-32]; [Jn3,16]; [Rom5,8] "ver [Gál4,6]"; [1Jn4,8-16] nos revela sus designios de salvación universal [Rom3,21-24]; [Rom16,25-26]; [1Cor2,1]; [Ef1,1]; [Ef2,11-18]; [Ef3,3-9]; [Col1,13-23]; [2Tim1,9-10], nos revela la presencia protectora y santificadora del Espíritu [Jn14,16]; [Jn15,26]; [Jn16,7-14]. La auténtica revelación viene únicamente de Dios [Mt11,25]; [Mt16,17]; [1Cor2,6-12]; [Gál1,16]; [Col1,26]; la simple sabiduría humana no alcanza a reconocerla [He17,32]; [Rom1,18]; [1Cor1,18-25]; [2Cor4,3-4], y sólo en la fe encuentra acogida [Rom1,17]; [Gál3,11]; [Heb10,38].
Riqueza. Rico (ver Pobreza)
Numerosos pasajes de la Biblia, sobre todo antiguos, consideran la abundancia de bienes materiales como señal de bendición divina [Gén30,43]; [Gén26,12-13]; [Gén40,12-25]; [Dt8,7-10]; [Dt28,1-12]; [Is66,13-14]; [Sal23,1]; [Sal34,10]; [Pro10,6], aunque más que las riquezas se valoran siempre otras cosas tales como el temor de Dios [Pro15,16], la honradez [Pro16,8], la buena fama [Pro22,1]; la salud [Si30,14-16] y, sobre todo, la sabiduría [1Re3,11-14]; [Job28,12-19]; [Pro2,1-6]; [Sap7,7-12]. Pero la Biblia reconoce muy pronto la posibilidad de riquezas mal adquiridas, y por tanto injustas [Is5,8]; [Jer5,27-28]; [Pro21,6]; [Pro23,4]. Incluso las riquezas presuntamente bien adquiridas constituyen un peligro moral [Dt31,20]; [Dt32,15]; [Job15,27]; [Sal73,4-9]; [Pro10,15]; [Pro11,28]. En esta misma idea abunda el NT [Mt13,22]; [Mt19,22-26]; [Lc6,24]; [Lc12,15-21]; [Lc16,19]; [1Tim6,9-10]; [Sant5,1-6] que por lo mismo recomienda encarecidamente el desprendimiento, la austeridad de vida y hasta la misma pobreza efectiva [Mt6,19-21]; [Mt6,24]; [Mt19,21]; [Lc5,11]; [Lc6,20]; [Lc14,33]; [He2,42-45], [He4,32-37]; [1Tim6,8]. En cualquier caso, la riqueza terrena es efímera [Mt6,19]; [Sant1,11], y lo verdaderamente importante es usar evangélicamente de los bienes terrenos [Lc16,9]; [Flp4,10-20]; [1Tim6,17-19]; [Heb13,5-6], uso que incluye el deber ineludible de compartirlos con los hermanos necesitados [He4,34-35]; [2Cor8-9], [Gál6,6].
Numerosos pasajes de la Biblia, sobre todo antiguos, consideran la abundancia de bienes materiales como señal de bendición divina [Gén30,43]; [Gén26,12-13]; [Gén40,12-25]; [Dt8,7-10]; [Dt28,1-12]; [Is66,13-14]; [Sal23,1]; [Sal34,10]; [Pro10,6], aunque más que las riquezas se valoran siempre otras cosas tales como el temor de Dios [Pro15,16], la honradez [Pro16,8], la buena fama [Pro22,1]; la salud [Si30,14-16] y, sobre todo, la sabiduría [1Re3,11-14]; [Job28,12-19]; [Pro2,1-6]; [Sap7,7-12]. Pero la Biblia reconoce muy pronto la posibilidad de riquezas mal adquiridas, y por tanto injustas [Is5,8]; [Jer5,27-28]; [Pro21,6]; [Pro23,4]. Incluso las riquezas presuntamente bien adquiridas constituyen un peligro moral [Dt31,20]; [Dt32,15]; [Job15,27]; [Sal73,4-9]; [Pro10,15]; [Pro11,28]. En esta misma idea abunda el NT [Mt13,22]; [Mt19,22-26]; [Lc6,24]; [Lc12,15-21]; [Lc16,19]; [1Tim6,9-10]; [Sant5,1-6] que por lo mismo recomienda encarecidamente el desprendimiento, la austeridad de vida y hasta la misma pobreza efectiva [Mt6,19-21]; [Mt6,24]; [Mt19,21]; [Lc5,11]; [Lc6,20]; [Lc14,33]; [He2,42-45], [He4,32-37]; [1Tim6,8]. En cualquier caso, la riqueza terrena es efímera [Mt6,19]; [Sant1,11], y lo verdaderamente importante es usar evangélicamente de los bienes terrenos [Lc16,9]; [Flp4,10-20]; [1Tim6,17-19]; [Heb13,5-6], uso que incluye el deber ineludible de compartirlos con los hermanos necesitados [He4,34-35]; [2Cor8-9], [Gál6,6].