ESTRUCTURA DE LA BIBLIA. NÚMEROS


El pueblo de Dios vaga por el desierto

El nombre del libro, Números, proviene de la traducción griega de los Setenta que lo titulaba arithmoí (“números”) atendiendo a los censos del pueblo que aparecen al comienzo. Entre los judíos recibe el nombre de Bemidbar (“en el desierto”), ya que el primer versículo comienza con esta palabra que además alude al contenido peculiar de la obra: la estancia y peregrinación del pueblo de Israel por el desierto donde Dios se le manifestó.

Estructura:

Podemos dividir el contenido en cuatro grandes apartados, que se corresponde a su vez con los cuatro escenarios que atraviesa en su marcha por el desierto: 1) En el desierto de Sinaí serán los Censos, preparativos para la marcha; 2) En Cadés donde se destaca los acontecimientos del Maná, los 70 ancianos, las codornices, los exploradores, las leyes y rebelión de Coré; 3) En el camino de Cadés a Moab con la Serpiente bronce y victoria sobre Og y Sijón; 4) Finalmente las llanuras de Moab, con los Oráculos de Balaam. Veamos lo con un poco de más detalle.

1. El pueblo en el desierto del Sinaí (1:1‑10:10). Allí aparece el pueblo en toda su magnitud numérica y su profunda estructura religiosa, disponiéndose para iniciar la marcha. En ese contexto aparece el recuento por tribus de los israelitas varones aptos para la guerra y la descripción de su posición en el campamento. La tribu de Leví se cuenta aparte de las demás, y con motivo de los detalles relativos a su organización se introducen en el texto diversas leyes sobre pureza, relaciones mutuas, voto de nazareato, fórmula de bendición, etc. Antes de la partida se vuelve a explicar, aunque ya se había hecho en el Éxodo, el significado y función de la nube que los acompaña y la utilización de las trompetas para convocar al pueblo.

2. El pueblo en Cadés (10:11‑ 20:21). Este lugar se encuentra entre el desierto de Parán y el de Sin. Allí, el pueblo se rebela contra el Señor y experimenta la amargura del castigo divino, la eficacia de la intercesión de Moisés y la misericordia de Dios que perdona una y otra vez. Así, por ejemplo, el episodio del fuego de Taberá, la protesta por el maná y las dificultades de Moisés para gobernar al pueblo, la respuesta de Dios con la institución de los setenta ancianos y el envío de las codornices, la murmuración de Aarón y María contra Moisés. En ese mismo contexto se narra la exploración de Canaán y la negativa del pueblo a luchar para entrar en la Tierra, así como su fracaso cuando, al fin, se deciden a hacerlo sin contar con Dios. Aparecen a continuación, diversas leyes sobre sacrificios, ofrendas, expiación, guarda del sábado y de la Ley, expresamente indicadas para cuando el pueblo entre en la Tierra. La rebelión de Coré, primo de Moisés y Aarón, que se narra a continuación, es el marco apropiado para exponer también en este contexto la legitimidad sacerdotal de la familia de Aarón, así como las funciones y derechos de sacerdotes y levitas, y los ritos de expiación. Tras introducir estas leyes continúa de nuevo el relato de la estancia en Cadés pensando ya en la partida y vuelve a retomarse el argumento de fondo: la protesta del pueblo, esta vez por la falta de agua. Se introduce también una explicación de por qué han de continuar por una ruta imprevista: porque Edom (nombre alternativo de Esaú) les cierra el paso.

3. El pueblo en el camino entre Cadés y Moab (20:22‑21:35). Incluye diversas etapas, en las que el pueblo de Israel sigue experimentando el castigo y la misericordia de Dios. Los principales sucesos narrados en ese nuevo escenario son: la muerte de Aarón, la toma de Jormá, la constante protesta del pueblo que culmina con el episodio de la serpiente de bronce, y algunos recuerdos sobre lugares concretos que van unidos a poemas y canciones. Finalmente, en este recorrido, se recuerdan las victorias sobre Sijón y Og que les abren el camino a las llanuras de Moab, último escenario.

4. El pueblo en las llanuras de Moab (22:1‑ 36:13). Se comienza con el relato de los oráculos de Balaam, que resaltan la grandeza y el glorioso futuro de Israel, y continúa con el de la infidelidad del pueblo en Peor. Una vez que se está llegando al final del viaje por el desierto se presenta un nuevo censo del pueblo orientado a la partición de la Tierra. En ese contexto se plantea también ya la herencia de las hijas y la sucesión de Moisés por parte de Josué. Asimismo, se recogen diversas leyes sobre sacrificios, fiestas y votos que el pueblo habrá de cumplir cuando tome posesión de la tierra prometida. El tema de la conquista y el reparto de la Tierra, que está en el trasfondo de esta última parte del libro, encuentra ya como una primera realización en la guerra contra Madián y el reparto del botín apresado, así como en la distribución de Transjordania entre algunas tribus. Esto hace volver un momento la mirada hacia atrás, mostrando con detalle el camino que todas las tribus han recorrido desde Egipto para exponer, a continuación, cómo habrá de ser el reparto de la tierra de Canaán.

Vemos como Dios guía a su pueblo, que se presenta como una comunidad santa y estructurada. La Presencia de Dios en medio de su pueblo. Experiencia de pruebas, infidelidades, purificación. El pueblo que entrará en la tierra prometida es un pueblo renovado. Se trata en definitiva, de recuerdos que dan sentido a la peregrinación del pueblo de Dios.