Ley
La Biblia reconoce y valora positivamente, de forma directa o indirecta, la existencia de leyes humanas [Pro8,15-16]; [Rom13,1-7]; [1Tim2,1-2]; [Tit3,1]; [1Pe2,13-17]. Pero la ley por excelencia es la ley divina, que juega un papel de protagonista en la historia bíblica de la salvación y conoce diversos momentos en dicha historia: a) El primer momento corresponde a la etapa premosaica. Es el tiempo de la que se ha llamado "ley natural", cuya existencia se insinúa de manera múltiple en el AT [Gén2,16-17]; [Gén4,3]; [Gén4,7]; [Gén6,5]; [Gén8,20]; [Gén9,3-6] y se afirma más expresamente en el NT [Rom5,13-14]. Bajo este régimen religioso se hallan todavía aquellos a quienes no ha llegado la revelación bíblica [Sap13,1-9]; [He14,16]; [He17,27]; [Rom1,18-32]; [Rom2,12-15]. b) El segundo momento corresponde a la llamada "ley mosaica". Es el conjunto de leyes dadas por Dios al pueblo israelita y que la Biblia, con el nombre de Torá, atribuye a Moisés como único intermediario [Éx31,18]; [Éx34,28]; [Jn1,17]; [Jn7,19]; [Gál3,19], aunque es manifiesto que gran parte de este material legislativo no tiene a Moisés como responsable directo. Ley contenida principalmente en los cinco libros del Pentateuco y concentrada en el decálogo [Éx20,1-17]; [Éx34,10-28]; [Dt4,1-4]; [Dt5,1-22], pero que fue ampliada, actualizada y acomodada a las necesidades del pueblo en el decurso de su historia, dejando huella en todos los libros del AT [1Re15,12-15]; [2Re18,3-8]; [2Re21,1-23]; [2Re21,25]; [Jer11,1-12]; [Ez22,26]; [Os4,6]; [Os8,12]; [Dan7,25]; [Si24,23-24]; [1Mac1,41-63]; [2Mac6,18-28]. Así se explica que con la palabra ley se designe a veces a cualquier libro del AT [Jn10,34]; [Rom3,19]; [1Cor14,21]; [1Cor14,34]. Pero a pesar de todas las actualizaciones, la vieja ley de Moisés se va perfilando como insuficiente, y los profetas anuncian una nueva ley [Is2,3]; [Is42,1]; [Is42,4], escrita en los corazones [Jer31,33]; ver [Ez36,26-27]. c) El tercer momento de la ley, es el de la ley de Cristo. El evangelio de Jesús no deroga la ley antigua en lo que deba seguir teniendo de válido [Mt5,17-20]; [Mt22,36-40]; [Mt23,23]; [Lc10,26]; ver [Lc2,22-39], pero sí la lleva a su plenitud definitiva [Mt5,17] totalizando todas las prescripciones particulares en la ley suprema del amor [Mt7,12]; [Jn14,21]; [Jn14,23]; [Jn15,12-17]; [Rom13,8-10]; [Sant2,8]; [1Jn2,3-11]; [1Jn4,19-21] relativizando el valor salvífico de cualquier ley que, aun siendo buena [Rom3,31]; [Rom7,12-16]; [1Tim1,8], no es por sí misma portadora de sáivación [Rom3,20-28]; [Rom9,31]; [Gál2,16]; [Gál2,21]; [Gál3,11]; [Gál3,18-21]. En la nueva alianza sólo Cristo salva [Rom3,22-26]; [Rom4,24-25]; [Rom5]; [Gál3,2]; [Gál3,5]; [Gál3,13-14]; [Gál3,24-29]; etc., y por eso Cristo es la nueva ley (ver [Jn1,17]; [1Cor9,21]; [Gál6,2])
Libertad. Liberación. Libre
La Biblia no ofrece una definición de libertad o de liberación. Pero hace algo mejor: presenta a Dios como el gran libertador. Efectivamente, el Señor libra a su pueblo de la servidumbre egipcia, acontecimiento fundamental que marcó para siempre la historia de Israel [Éx3,15]; [Éx20,2]; [Dt5,6]; [Dt7,7-8]; [Is43,16-18]; [Is51,10]; [Is63,11-14]; [Miq6,4]; [Sal77,15-21]; [Sal78,12-16]; [Sal78,51-55]; [Sal105,26-39]; [Sap10,15-21] Iibra a su pueblo de los enemigos que le acosan y oprimen (Sirviéndose de una serie de singulares personajes, que actúan como enviados suyos [Jue3,9]; [Jue3,15]; [Jue4,3-4]; [Jue4,23-24]; [Jue6,7-10]; [Jue6,14-16]; [Jue10,11]; [Jue13,5]; Iibra a su pueblo de la cautividad de Babilonia [Is43,14-1]; [Is43,5]; [Is43,19-21]; [Is44,6]; [Is44,24]; [Is47,4]; [Jer29,10-14]; [Jer50,33-34]; Esdras-Nehemías), y lo libra, finalmente, del yugo de los seléucidas (Sirios (1-2Macabeos)). Al mismo tiempo, el Señor es el valedor de los indefensos, de los necesitados, de los enfermos, a quienes libera de la opresión, de la injusticia, de la enfermedad, de la angustia, de cualquier tipo de aflicción [2Sam4,9]; [Sal19,15]; [Sal25,22]; [Sal26,11]; [Sal31,1-6]; [Sal31,15-17]; [Sal55,17-20]; [Sal69,17-19]; el israelita fiel deberá imitar este ejemplo [Is58,6]; [Is61,1-2]; [Jer34,8-22]; ver [Dt15,12-18]. Pero ya el AT intuye una liberación más profunda [Is44,22]; [Sal49,16]; [Sal130,8], que anuncia la definitiva liberación aportada por Cristo. Porque es verdad que a Cristo "y a toda la revelación del NT" le preocupa profundamente la miseria material y el dolor físico del hombre, al que quiere liberar de estos males [Mt8,1-3]; [Mt8,6-7]; [Mt8,14-17]; [Mt9,20-25]; [Mt9,27-34]; [Mt12,9-11]; [Mt15,21-38]; [Mt17,14-18]; [Mt20,29-34]; [Lc1,51-53]; [Lc68-74]; [Lc4,18-21]; [Lc7,13-15]; [Jn5,5-8]; [Jn9,5-7]; [Jn11,21-44]. Pero no es menos verdad que, en la perspectiva del NT, la liberación completa y radical del hombre tiene lugar a nivel más profundo: es la liberación de todo aquello que puede separarnos del bien último y supremo, es decir, de Dios. Y de Dios nos separa el pecado, nos separa la muerte entendida como acabamiento total del hombre y nos separa el cumplimiento ritualista y formalista de la ley. De todo esto nos libera Cristo: del pecado [Mt9,2]; [Jn8,34-36]; [Rom5,15]; [Rom5,20]; [Rom6,6]; [Rom6,17-23]; [Rom8,2]; [Rom11,26] "texto griego"; [Ef1,7]; [Col1,14]; [Heb9,15]; de la muerte [Jn5,24]; [Rom8,2]; [1Cor15,26]; [1Cor15,54-57]; [Heb2,14-15]; [1Jn3,14]; de una ley ritualista y formalista que no salva [Rom6,14-15]; [Rom7,1-6]; [Gál3,13]; [Gál4,3-5]; ver ([Col2,16-17]; [Col2,20-22]). Liberado, pues, por Cristo en el Espíritu [Rom8,4]; [Rom8,9-11]; [2Cor3,17]; [Gál5,16]; [Gál5,22-25] y con un comportamiento de hijo y no de esclavo [Rom8,14-17]; [Heb3,6]; [Heb4,16]; [1Jn2,28]; [1Jn3,20-21]; el cristiano puede y debe anunciar con su palabra y su vida la buena noticia del evangelio a toda criatura [Mc16,14-20], en todo lugar y circunstancia [2Tim4,2], con un valor y una confianza ilimitada [He4,13]; [He4,31]; [He4,33]; ver [Ef3,12]. El fruto de la liberación es la libertad; no en cuanto facultad psicológica de escoger entre cosas distintas u opuestas "que esto lo da por supuesto la Biblia [Gén2,1] - [Gén3,1]; [Dt30,15-20]; [Jer21,89]; [Ez18,1]; [Si15,11-17]; [Mt7,13]", sino en cuanto capacidad de hacer el bien sin que nada ni nadie, desde dentro o desde fuera, pueda impedírnoslo [Jn8,36]; [Gál4,2]; [Gál5,1]. Es claro, por tanto, que no puede confundirse con el libertinaje [Rom6,15]; [Gál5,13]; [1Pe2,16]; [Jds4,1], y que en todo caso ha de ser vivida en consonancia con la ley suprema del amor [Rom14,1]; [1Cor8,1] - [1Cor10,1]; [Gál5,13]; [2Cor4,5].
Limosna
Gesto eficaz de ayuda de un hombre a su prójimo; se manifiesta de diversas formas, y la Biblia le concede un alto valor religioso [Lev19,9]; [Lev23,22]; [Dt14,28-29]; [Dt15,11]; [Dt24,20-22]; [Rut2,1]; [Pro3,28]; [Pro14,21]; [Tob4,7-11]; [Tob4,15]; [Sal41,2]. Gesto relacionado con el culto [2Sam6,18-19]; [Neh8,10-12] y con las fiestas [Dt16,10-12]; [Dt16,14]; [Tob2,1-2], muy grato a Dios [Ez18,7]; [Dan4,24]; [Pro19,17]; [Si3,30], sobre todo cuando, por encima de la ayuda material, se da el corazón [Tob1,8]; [Si18,15-17]. Gesto que con la llegada de Jesús conserva todo su valor siempre que se haga sin ostentación [Mt6,14], sin esperar nada a cambio [Lc6,30-36]; [Lc14,13-14] y como expresión de desprendimiento [Lc11,41]; [Lc12,33]; [Lc18,22] y de solidaridad [Rom15,25-27]; [2Cor8-9]; [Gál2,10].
Lujuria
Abuso del placer sexual, que la Biblia condena en sus diversas manifestaciones [Gén19,1]; [Éx22,18]; [Lev18,6-30]; [Dt27,20-23]; [1Re14,24]; [Os4,14]; [Si19,2]; [Si23,6]; [Rom1,24-27]; [1Cor6,9]; [Gál5,19]; [Ef5,5]; [Jds7,1]; [Ap22,15]. El NT condena también el deseo interior desordenado [Mt5,28]; [Mc7,20-22]. El cristiano debe huir particularmente de ella por ser miembro de Cristo y templo del Espíritu [1Cor3,16-17]; [1Cor6,13-19].
Luz
Para la Biblia la luz es "como todas las demás cosas, incluidas las tinieblas" una criatura de Dios [Gén1,3-5]; [Is45,7]; [Am4,13]; [Bar3,33]; [Dan3,72]; [Sal148,3]. Pero es una criatura excelsa, privilegiada, que (Sirve para evocar de manera especial la belleza y el poder de Dios [Hab3,3-4]; [Ez1,13]; [Ez1,22]; [Sal104,12]. De ahí que la luz se convierta en símbolo de todo lo bueno, lo grande y lo hermoso; en símbolo de protección y compañía [Núm6,24-25]; [Job29,3]; [Sal4,7]; [Sal18,29]; [Sal43,3]; [Sal89,16]; [Sal119,105]; [Pro6,25]; en símbolo de vida [Sal13,4]; [Sal36,10]; [Job3,16]; [Job33,30]; [Pro16,15], de liberación y salvación [Sal27,1]; [Sal31,17]; [He13,47]; [He26,18]; [He26,23]; en símbolo de alegría y felicidad plenas [Is58,10]; [Job29,24]; [Sal4,7]; [Sal97,11], de ciencia, justicia y rectitud [Is51,4]; [Sal37,6]; [Sal119,1]; [Sal105,1]; [Bar5,6]; [Bar7,10]; [Bar18,4]; [Mt5,14-16]; [Jn5,35]; es símbolo incluso del mismo Dios [2Sam22,29]; [Is10,17]; [Is60,19-20]; [Bar7,26]; [1Jn1,5]. De ahí que Jesucristo, encarnación de Dios, sea proclamado sin más como la luz [Lc2,32]; [Jn1,4-9]; [Jn3,19-21]; [Jn8,12]; [Jn9,5]; [Jn12,35-36]; [Jn12,46]; [2Cor4,6]; ver [1Jn2,8-10], y a los discípulos de Jesús se les llame "hijos de la luz" [Lc16,8]; [Jn12,36]; [Ef5,8]; [1Tes5,5]; ver [Rom13,12].