DICCIONARIO DE TÉRMINOS BÍBLICOS. LETRA G


Gloria

Entre los semitas designa ante todo, el valor real de una cosa o una persona. Valor que se puede asentar en las riquezas [Gén13,2], en la posición social [Gén45,13]; [Job19,9]; [Job29,1-25], en el poder y la influencia [Is8,7]; [Is16,14]; [Is17,3-4]; [Is21,16]; [Jer48,18], en la belleza [Éx28,2]; [Éx28,40]; [Is35,1-2]; [Is60,13]; [Is62,2]; [Ag2,3]; [Ag2,7]; [Ag2,9]. De ahí que, a nivel humano, la gloria sea patrimonio especial del rey [1Re3,9-14]; [1Crón29,28]; [2Crón17,5]; ver [Sal8,6] y [Mt6,29]. En todo caso, la gloria humana es frágil y caduca [Sal49,17-18]; [1Tes2,6]. Sólo la gloria de Dios es consistente y eterna, pues se identifica con su mismo ser y con sus atributos: poder, sabiduría, belleza, fidelidad, misericordia [Éx14,18]; [Éx16,7]; [Núm14,21-22]; [1Re8,11]; [Is6,3]; [Is35,2]; [Is59,19]; [Is60,1]; [Is66,18]; [Ez10,4]; [Ez10,18-19]; 11,23]; [Ez43,2-5]; [Bar5,1-9]; [Sal19,2]; [Sal57,6]; [Sal72,19]; [Sal102,16-17]; [Rom1,23]; [Rom3,23]; [Ef3,16]; [Col1,11]. Esta gloria de Dios se hace presente y visible de forma esplendorosa en Jesucristo [Lc2,9]; [Lc2,14]; [Lc2,32]; [Lc9,32]; [Jn1,14]; [Jn2,11]; [Jn11,40]; [Jn17,5]; [2Pe1,17], sobre todo en su resurrección [Lc24,26]; [He3,13]; [1Cor2,8]; [1Tim3,16]; [Sant2,1]; [1Pe1,21] y en su manifestación al final de los tiempos [Mt16,27]; [Mt19,28]; [Mt24,30]; [Mc13,26]; [1Pe4,13]. Los cristianos participan de esta gloria [Rom8,18-21]; [Rom9,23]; [1Pe1,7]; [1Pe5,4]; [1Pe5,10]. Finalmente, tanto el substantivo "gloria" como el verbo "glorificar" tiene también a veces en el NT el significado "común, por otra parte, en las lenguas occidentales" de reconocimiento y consiguiente alabanza de los atributos de Dios y de Jesucristo [Lc17,18]; [Jn5,41]; [Jn5,44]; [Jn9,24]; [Jn12,43]; [Rom2,7]; [Rom2,10]; [Rom3,7]; [Ap1,6]; [Ap4,9]; [Ap11,13]; [Ap16,9].

Gracia

Tiene en la Biblia un primor significado de hermosura tanto física como moral [Sal45,3]; [Prov10,32]; [Prov31,30]; [Qo10,12]; [Si9,8]; [Si18,17]; [Si26,15]; [Lc4,22]; [Lc6,32-34]; ver [Lc2,52]. A veces designa también la benevolencia interhumana [Gén39,21]; [Éx12,36]; [He2,47]; [He4,33] y formando parte de la fórmula "acción de gracias" "muy frecuente en el NT" denota el reconocimiento de los favores recibidos, sea de Dios, sea de otros hombres [Sal92,1]; [Sal95,2]; [Mt15,36]; [Lc17,16]; [Jn11,41], [He28,15], [Rom1,1]; [Rom16,4]; [1Cor1,1]; [1Cor10,30], [Ef5,20]; [Col3,15-17], etc. Pero gracia en singular hace referencia sobre todo a Dios como don que se comunica de forma múltiple al hombre. Unas veces remite a Dios mismo en cuanto fuente de ese don, y entonces gracia es sinónimo de amor, benevolencia, misericordia, fidelidad [Éx34,6-7]; [Dt7,7-9]; [Sal36,8]; [Sal63,4]; [Sal86,15]; [Rom11,6]; [1Cor15,10]; [Ef1,3-9]; [Ef2,5]; en este sentido, Cristo es la gracia de Dios por excelencia [Jn1,14-18]; [Jn3,16]; [Jn4,10]; [Rom8,32]; [1Jn4,9]. Otras veces gracia designa el don de Dios en cuanto recibido en el hombre, y equivale a favor, bendición, vida, salvación [Gén6,8]; [Éx33,12]; [Pro3,34]; [Sal84,12]; [Lc1,30]; [He6,8]; [He11,23]; [He13,43]; [He14,3]; [Rom1,5]; [Rom3,24]; [Rom5,2]; etc. [1Cor1,4]; [1Cor3,10]; [Gál2,9]; [Gál2,21]; [Ef4,7]; [1Pe1,10]; [1Pe1,13]; [1Pe3,7]; [1Pe4,10]; [1Pe5,10]; [1Pe5,12]. Con frecuencia estos dos sentidos están unidos y es difícil saber cual prevalece. Así sucede, por ejemplo, en los numerosos saludos del NT [Rom1,7]; [1Cor1,3]; [2Cor1,2]; [Gál1,3]; etc. [1Pe1,2]. Gracia de Dios y gracia de Cristo expresan en el NT una misma realidad [Jn1,17]; [He14,26]; [He15,11]; [He15,40]; [Rom1,7]; [Rom16,20]; [1Cor1,3]; [1Cor16,23]; [Gál1,6]; [2Tes1,12]; [2Tim2,1]; etc., realidad que en ocasiones parece adquirir una consistencia casi física [Ef6,24]; [1Tim6,21]; [Tit3,7]; [Tit3,15]; [1Pe1,10]; [1Pe3,13]; [1Pe4,10].

Guerra

La Biblia constata el hecho de la guerra como una realidad endémica de la condición humana ver [2Sam11,1]. En última instancia es un mal, ya que los designios de Dios son designios de paz [Is9,5]; [1Cor14,33]. Pero la paz definitiva, la de la salvación, sólo se logra derrotando a los enemigos del designio divino, representados, según la Biblia, primero por los enemigos del pueblo elegido, a quienes hay que hacer la guerra y vencer [Éx23,27-33]; [Núm21,21-35]; [Dt2,26]; [Dt3,17]; [Dt7,1-2]; [Jos6,11]; [Jue3,1] - [Jue12,1]; [1Sam11,1-15]; [1Sam28-30]; [2Sam5]; [2Sam8]; [2Sam10], y, en segundo lugar, por todos los poderes: contrarios a Dios, sean terrenos [Éx3,20]; [Éx11,4]; [Éx14,l8] o ultraterrenos [Dan7,19-27]; [Ap11,7-11]; [Ap12,7-9]; [Ap19,11-21]. En definitiva pues, sólo una guerra tiene razón de ser: la guerra contra el mal, contra el pecado, contra Satanás [Mt4,1-11] par; [Mt12,25-28]; [Jn12,31]; [Jn16,33]; [Ef6,10-11]; [1Pe5,8-9]. En esta guerra por el reino promovida por Cristo [Mt10,34] par; [Mt11,12] par, las armas del cristiano son la palabra de Dios, la fe, la verdad, el celo, la esperanza de la salvación, el amor [Ef6,13-17]; [1Tes5,8]; [1Jn2,14]; [1Jn4,4]. La victoria final está asegurada [Mt24,29-30]; [1Jn4,4-5]; [Ap19,19-21]; [Ap20,7-10]; [Ap21,1].