F
Familia
(ver Matrimonio) Dios está en el origen de la familia [Gén2,20-24], que entre los Hebreos tiene un corte marcadamente patriarcal [Gén12,1]. En sentido estricto, constituyen una familia los padres y los hijos; la abundancia de hijos es señal de la bendición divina [Sal128,3]; [Sal144,12]. En sentido amplio, forman una familia todos cuantos están unidos por vínculos de sangre; e incluye cuantos viven bajo el mismo techo casa y familia vienen a ser vocablos de idéntico significado [Gén7,1]; [Gén46,27]; [2Sam7,11]; [2Sam7,16]; [Jn4,53]; [Lc1,27]; [Lc1,69]; [Lc10,5]; [He11,14]; [He16,15]; [He18,8]; [1Cor1,16]; [1Cor16,15]; [Flp4,22]; [2Tim1,16]. Tanto en él AT como en el NT se recomienda encarecidamente la práctica de las virtudes familiares [Éx20,12]; [Lev19,3]; [Dt5,l6]; [Si3,1-16]; [Lc2,51]; [Ef6,1-9]; [Col3,20-25]; [Col4,1]. Pero los cristianos están llamados a constituir la familia de lós hijos de Dios [Ef2,19]; [Gál4,26]; ver [Flp3,20]; [Heb12,22-23], ante cuyas exigencias la familia humana debe pasar a un segundo plano [Mt10,34-37]; [Lc12,51-53]; [Lc14,2]; ver [Lc2,49].
Fe (ver Confianza)
Es un concepto clave en la Biblia. Su sentido primero y principal no es el de mero asentimiento intelectual a una verdad religiosa, sino el de vivencia existencial de esa verdad, o, en otras palabras, el de adhesión vital a Dios. La fe remite, pues, al abandono en manos de Dios, en cuanto el hombre renuncia a fiarse de sí mismo y se confía totalmente a la palabra poderosa y providente de Dios. La fe es fuente y fundamento de toda la vida religiosa del hombre [Heb11,1-40]. Abrahán es modelo y tipo de todos los creyentes [Gén12,1-4]; [Gén15,6]; [Gén22,1-18]; [Si44,20]; [Rom4,13-22]; [Heb11,17-19]. Sin fe, la alianza entre Dios y el pueblo se desmoroNa [Dt9,23]; [Dt30,15-20]; [Sal78,37]; [Sal106,24]; por lo que, primero los profetas "Isaías sobre todo" [Is7,4]; [Is7,9]; [Is40,31]; [Is44,8]; [Is49,23]; [Is50,10]; [Jer2,5-13] y después los salmos [Sal11,1]; [Sal27,1]; [Sal31,1]; [Sal62,1]; [Sal125,1], invitan con insistencia a fiarse plenamente de Dios. También en el anuncio del reino que hace el NT, la fe en Dios Padre y en su Hijo Jesucristo ocupa un lugar de privilegio [Mc1,15]; [Mc4,39]; [Mc5,36]; [Mc9,23-24]; [Mc10,52]; [Mt17,20]; [Mt21,21]; [Lc7,50] y es fuente de vida y de salvación [Lc1,45]; [Lc8,48]; [Mc16,16]; [Jn3,15-16]; [Jn3,36]; [Jn5,24]; [Jn20,31]; [1Jn5,1]; [1Jn5,13]. De manera singular san Pablo resalta este valor salvífico y vivificante de la fe [Rom1,17]; [Rom3,22]; [Rom4,5]; [Rom4,11]; [Rom5,1-2]; [Gál2,16]; [Gál3,11]; [Gál3,36]; [Gál3,12]; [Col2,12]; [Flp3,9], que, siendo don de Dios [Ef2,8], requiere la no resistencia, es decir, la Colaboración del hombre [Mt7,21]; [1Cor13,2]; [1Cor15,2]; [Gál5,6]; [Sant2,14-17]; [Sant2,26]; [1Jn3,16-28].
Es un concepto clave en la Biblia. Su sentido primero y principal no es el de mero asentimiento intelectual a una verdad religiosa, sino el de vivencia existencial de esa verdad, o, en otras palabras, el de adhesión vital a Dios. La fe remite, pues, al abandono en manos de Dios, en cuanto el hombre renuncia a fiarse de sí mismo y se confía totalmente a la palabra poderosa y providente de Dios. La fe es fuente y fundamento de toda la vida religiosa del hombre [Heb11,1-40]. Abrahán es modelo y tipo de todos los creyentes [Gén12,1-4]; [Gén15,6]; [Gén22,1-18]; [Si44,20]; [Rom4,13-22]; [Heb11,17-19]. Sin fe, la alianza entre Dios y el pueblo se desmoroNa [Dt9,23]; [Dt30,15-20]; [Sal78,37]; [Sal106,24]; por lo que, primero los profetas "Isaías sobre todo" [Is7,4]; [Is7,9]; [Is40,31]; [Is44,8]; [Is49,23]; [Is50,10]; [Jer2,5-13] y después los salmos [Sal11,1]; [Sal27,1]; [Sal31,1]; [Sal62,1]; [Sal125,1], invitan con insistencia a fiarse plenamente de Dios. También en el anuncio del reino que hace el NT, la fe en Dios Padre y en su Hijo Jesucristo ocupa un lugar de privilegio [Mc1,15]; [Mc4,39]; [Mc5,36]; [Mc9,23-24]; [Mc10,52]; [Mt17,20]; [Mt21,21]; [Lc7,50] y es fuente de vida y de salvación [Lc1,45]; [Lc8,48]; [Mc16,16]; [Jn3,15-16]; [Jn3,36]; [Jn5,24]; [Jn20,31]; [1Jn5,1]; [1Jn5,13]. De manera singular san Pablo resalta este valor salvífico y vivificante de la fe [Rom1,17]; [Rom3,22]; [Rom4,5]; [Rom4,11]; [Rom5,1-2]; [Gál2,16]; [Gál3,11]; [Gál3,36]; [Gál3,12]; [Col2,12]; [Flp3,9], que, siendo don de Dios [Ef2,8], requiere la no resistencia, es decir, la Colaboración del hombre [Mt7,21]; [1Cor13,2]; [1Cor15,2]; [Gál5,6]; [Sant2,14-17]; [Sant2,26]; [1Jn3,16-28].
Fidelidad
Es el atributo en virtud del cual Dios no puede faltar a sus promesas [Gén24,27]; [Éx34,6-7]; [Sal89,2-5]; [Sal119,89-90]; [Is40,8]; [Tob14,4] y constituye, por tanto, el apoyo indestructible de la fe y la confianza del hombre en esas promesas [Sal31,6-8]; [Sal69,14]; [1Cor1,8-9]; [1Cor10,13]; [2Cor1,18]; [Flp1,6]; [1Tes5,24]. Pero mientras Dios es la "roca de Israel" [Dt32,4], el pueblo es infiel [Sal78,8]; [Sal78,17]; [Sal78,22]; [Sal78,36-37]. Sólo un resto permanecerá fiel ver [Is42,1-4]; [Is50,4-7], anticipando la fidelidad de Cristo [Mc10,45]; [Jn19,28]; [2Cor1,20]; [2Tim2,13]; [Heb2,17]; [Ap9,11] y de los cristianos [2Tes3,3]; [Heb10,23].
Fiestas
Los israelitas, además del doble sacrificio diario [Éx29,38-42]; [Núm28,3-8]; [1Crón16,40]; [Esd3,3] y de todos los sábados del año (ver Sábado), tenían ciertos días particulares especialmente dedicados al culto divino. Destacaban tres fiestas, la pascua [Éx21,1-14]; [Éx21,21-28]; [Éx21,43-50], a la que se unió más tarde la fiesta de los panes sin levadura [Éx12,15-20]; [Lev22,5-8]; [Núm28,16-25]; [Dt16,1-8]; pentecostés o fiesta de las semanas [Éx34,22]; [Lev23,15-22]; [Núm28,26-31]; [Dt16,9-12], y la fiesta de las cabañas [Éx34,22]; [Dt16,13]; [Neh8,14-17]. Cinco días antes de esta última fiesta se celebra el gran día de la expiación [Lev16,1-34]; [He27,9], y con menor solemnidad se celebraba la fiesta de las suertes o purín [Est9,20-32]; [Jn10,22] y la de la dedicación del templo [1Mac4,52-59].
Flagelación
Castigo a base de azotes o latigazos, aplicado por diversos motivos y con distintos instrumentos: varas, correas con o sin bolas de plomo, etc. [Mt10,17]; [Mt23,34]; [Mc13,9]; [He5,40]; [He22,19]. La ley judía sólo permitía un máximo de 40 golpes [Dt25,2-3]; [2Cor11,24]. Las leyes paganas no establecían límite [2Mac7,1], y tal fue el suplicio soportado por Jesús [Mt27,26] par. Pablo alega su condición de ciudadano romano para que no se le flagele sin previo juicio [He16,37-38]; [He22,25-26].
Fortaleza. Fuerza
Don tanto físico como moral, que Dios concede en orden a realizar obras salvíficas de un cierto carácter extraordinario [Jue14,6]; [Jue14,19]; [1Sam17,45-47]; [Is42,1]. Don que el mesías poseerá de manera especial [Is9,5]; [Is11,2]; [Miq5,3]; [Sal110,2], y que por tanto en Jesús de Nazaret se hace presente en todo su vigor [Lc4,36]; [Lc11,21-22]; [Lc24,19]. Don que el Espíritu derrama en abundancia sobre los cristianos, que, cuanto más débiles parecen humanamente hablando, más fuertes son en el Señor [1Cor2,1-5]; [2Cor4,7-16]; [2Cor12,9-10]; [Flp4,13]; [1Tim1,12]; [1Jn2,14].
Fuego
El fuego es en la Biblia un símbolo poderoso de la presencia y de la acción divinas. Presencia y acción que pueden ser: a) protectoras y benefactoras [Éx3,2-3], [Núm9,15]; [2Re2,11]; [Is4,5]; [Ez14,1]; [Zac2,9]; [Dan7,9-10]; [Lc3,16]; [Lc12,49]; [Lc11,32]; [He2,3]; b) temibles y purificadoras [Éx19,16-18]; [Éx24,17]; [Dt4,11]; [Dt4,15]; [Dt4,33]; [Dt4,36]; [Dt5,19]; [Dt5,23]; [Dt5,45]; [1Re18,22-38]; [Is6,6-7]; [Jer20,9]; [Jer23,29]; c) vengadoras y castigadoras [Gén19,24]; [Dt9,21]; [Núm16,35]; [Is66,15-16]; [Is66,24]; [Ez28,18]; [Am1,4]; [Sof1,18]; [Mal3,2]; [Mal3,10]; [Mt3,10-12]. Así las cosas, cuando el NT habla del fuego del infierno [Mt5,22]; [Mt13,40]; [Mt25,41]; [Mc9,42-47]; [Lc16,22-24]; [Ap14,10]; [Ap20,14]; [Ap21,8], nada impide que "fuego" simbolice un castigo ultraterreno cuya naturaleza nos es desconocida, lo mismo que el "banquete" es símbolo de la felicidad celestial [Mt22,1-10]; [Mt25,1-10]; [Lc12,35-38]; [Lc13,28-29]; [Lc14,16-24]; ver [Lc22,15-18]; [Is25,6].
Generación
Tiene un primer sentido de acción de engendrar, de estar en el origen de una persona o, figuradamente, de una cosa [Gén2,4]; [Gén5,1]; [Gén11,10ss]; [Ez16,3]; [1Tim2,15]; [1Jn5,2]; [1Jn5,18]. De ahí pasa a significar el conjunto de hombres que viven solidariamente en una misma época, y por extensión la época misma que se concreta en un determinado número de años [Gén15,16]; [Gén17,7]; [Gén17,12]; [Sal71,18]; [Sal78,4]; [Sal95,10]; [Sal145,4]; ver [Núm14,33]. Cuando esta solidaridad se vive bajo el signo del pecado, la Biblia habla de "generación perversa e infiel" [Dt32,5]; [Dt32,20]; [Mt12,39] par, [Mt17,17] par; ver [Jn8,44]; [He2,40]; [Flp2,15].